Albazo Sindical: El Juego del Poder en el Congreso de Jalisco

Albazo Sindical: El Juego del Poder en el Congreso de Jalisco

La política sindical en el Congreso del Estado de Jalisco ha sido, históricamente, un reflejo de las prácticas más cuestionables de la clase política. Esta vez, el Sindicato de Trabajadores del Poder Legislativo de Jalisco no es la excepción. Con cuatro meses de antelación, se adelantó el proceso electoral sindical, en una maniobra orquestada por los Sindicatos Autónomos Federados (SAFE), quienes pretendían reducir la competencia a una sola opción. Sin embargo, lo que parecía una simple formalidad para la reelección de César Iñiguez, líder sindical en turno, terminó por convertirse en una batalla inesperada.

La intención era clara: un albazo para garantizar la continuidad del control absoluto sobre los sindicalizados, en una estrategia de manual para quienes han hecho del poder su modus vivendi. Pero la jugada no salió como se esperaba. De las sombras del descontento emergió una alternativa que se convirtió en una auténtica esperanza para los trabajadores: la planilla encabezada por Ulises Hernández.

Dentro del Congreso, diversas voces han manifestado su inconformidad ante la forma en que se llevó a cabo el proceso de selección. La dirigencia sindical de Iñiguez buscó imponer candados inconstitucionales, como la limitante de edad de 65 años, además de colocar trabas burocráticas que evidenciaron su temor a la competencia. No obstante, la irrupción de Ulises Hernández y su equipo logró consolidar un proyecto que generó confianza entre los sindicalizados, con figuras clave como Patricia Arias, una trabajadora con más de dos décadas de experiencia en el área de nóminas y cuya reputación intachable ha puesto en alerta a la actual dirigencia.

El mensaje es claro: los trabajadores del Congreso del Estado están cansados de los liderazgos que solo buscan perpetuarse en el poder. El dato es demoledor: de 510 miembros en 2019, hoy el sindicato cuenta con apenas 340 afiliados. La desbandada habla de un desencanto generalizado. Mientras César Iñiguez intenta imponer su control por tercera ocasión, la marea sindical parece inclinarse hacia una renovación necesaria.

En política, caballo que alcanza, gana. Y el avance de Ulises Hernández es innegable. Las probabilidades de que la Planilla Dorada recupere el liderazgo sindical aumentan con cada día que pasa, dejando en evidencia que la supuesta hegemonía de Iñiguez es una estructura tambaleante. La unidad no se impone, se construye, y es precisamente eso lo que parece haber entendido Hernández y su equipo.

Las próximas horas serán determinantes. Lo que parecía una simple maniobra de control se ha convertido en una batalla política sindical de proporciones mayores. La pregunta ahora es: ¿permitirán los trabajadores seguir bajo el yugo de un liderazgo desgastado o apostarán por el cambio? La respuesta, como siempre, estará en las urnas, aunque en esta ocasión, todo indica que el viento sopla en una nueva dirección.

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